BLOG DE LA CONSULTORA

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Informe económico del mes de Junio pasado-Publicación Julio.

Fue Keynes, quien allá por el primer cuarto del siglo XX, dirigió una terrible cadena de discursiva con argumentos persuasivos para atacar la política revaluacionista llevada a cabo por Wiston Churchill. Hoy, en pleno siglo XXI y desde el otro lado del atlántico, el debate (sin Keynes, sin Churchill) sobre las consecuencias económicas de la apreciación cambiaria vuelve a asomar.

Entre la salida de la convertibilidad y los tiempos presentes, el tipo de cambio se ha multiplicado por una cifra cercana a cuatro. Al realizar una simple comparación internacional entre dos variables, devaluación versus inflación, notamos un patrón que se repite: las devaluaciones, tarde o temprano, terminan trasladándose a los precios internos de la economía.


La Figura 1 presenta esta evidencia, y donde notamos que para el caso Argentino, sin computar la inflación esperada para todo el 2010 y 2011, los precios parecen haber crecido por debajo de devaluación durante el 2002-2009. Una primera aproximación nos remite a la existencia del atraso cambiario durante la convertibilidad; una segunda, indicaría que ese punto se moverá verticalmente para arriba en cuanto se compute la inflación para el 2010 y 2011 asumiendo el dólar más o menos quieto. En otras palabras, la apreciación real, esa vivida durante gran parte de la convertibilidad, podría hacer una nueva aparición en un intento de revival noventoso.

La sintomatología de este fenómeno no es algo reciente, sino previsible, en tanto se intente analizar la evolución de ciertas variables. Cuando se habla de apreciación real, se dice que la economía se está volviendo cara medida dólares en relación al mundo.

Un buen indicador, por lo tanto, son los salarios medidos en dólares, que en nuestro informe de Junio sobre Mayo abordamos en profundidad; otro indicador es analizar la política monetaria existente durante el último tiempo (ver nuestro informe publicado en Abril sobre Marzo).

Así las cosas, el presente ofrece al agente económico una combinación de dólar quieto e inflación creciente que resulta en tasas de interés reales sustancialmente negativas, y como otras veces desde la post-convertibilidad, deviene en shock reales de consumo, sobre todo en servicios y bienes durables. Pero al final del camino, la coyuntura desde el punto de vista macroeconómico, requiere de un llamado de atención.

No existen motivos para creer que entre fines de del 2010 y principios del 2011, el dólar distará mucho de estos valores (estimamos un rango de $4,13-$4,19), ni tampoco que la inflación sufrirá una desaceleración considerable. Entonces, es probable que la economía navegue en algún punto del año próximo, una etapa de apreciación en el tipo de cambio real.

¿Qué quiere decir esto? Según los apuntes de la teoría económica, una situación de apreciación real desincentiva la producción de los bienes exportables y la sustitución de importaciones (aumentando la demanda por importaciones) debido a que la relación precio/costo se vuelve más adversa.
Así mismo, la demanda por bienes no comerciables (léase, sin relación alguna con el mercado externo y en función del mercado interno) empeora debido al encarecimiento relativo de estos a causa de la inflación, en relación a aquellos bienes que están atados al dólar, el cual se encuentra quieto.

A nivel macro, esto se vuelve evidente en el mercado de trabajo en donde el desempleo tiende a aumentar; en la balanza comercial, donde las importaciones aumentan, reduciendo el saldo comercial (el último superávit de una economía con nulo financiamiento de deuda). Considerando un 30% de pobreza y que el desempleo se redujo poco o nada desde el 2007 hasta el momento, todo esto es negativo en materia social.

Es difícil prever cómo afectará cuantitativamente (es decir, dar un número preciso) una situación como la descripta al producto bruto de la economía. Pero lo que sí es cierto, es que si el tipo de cambio real se encuentra apreciado (y con sus consecuencias sobre el mercado de empleo y la balanza comercial), el mercado, llegado el caso, esperara una nueva devaluación en el peso para reimpulsar la actividad. Una devaluación que crezca por arriba de la inflación, implica una tasa de interés real más alta.

Con una tasa de interés real más alta, la demanda por consumo e inversión se contraen, y la salida de capitales aumenta. Estos tres componentes terminan de reforzar una situación de apreciación real que previamente implicaba una coyuntura contractiva. En suma la economía se ve afectada por dos fuerzas: Primero, la apreciación real reduce la actividad general de la economía; segundo, vía el efecto tasa de interés, la demanda por consumo/inversión caen, añadiéndose así a la situación recesiva.

Lejos esta, en las intenciones de este informe, realizar futurología. Pero no resulta trivial mencionar que de continuar la tendencia en el desempeño de ciertas variables fundamentales dentro de la macroeconomía, la creación propicia para diversos escenarios se vuelve más o menos probable. El escenario descripto en este informe tiene probabilidad de ser, pero resulta complicado anticipar de qué manera lidiaría la economía, como sistema, ante semejante contexto.

De ocurrir, las magnitudes recesivas pueden ser imperceptibles, medianas o grandes. Como el margen para realizar devaluaciones sin que se trasladen a los precios es algo poco posible, la necesidad de un plan anti-inflacionario que evite la apreciación real, se vuelve cada vez más evidente a medida que transcurren los meses.

El reciente estancamiento en el tipo de cambio, sea tal vez una de las posibles señales que el gobierno este enviando al mercado, señal que intentaría despejar dudas sobre posibles devaluaciones en el corto plazo.

Pero es erróneo creer que el actual proceso inflacionario encuentra razones de ser en expectativas de devaluación elevadas (y de ahí la necesidad del anclar el tipo de cambio de cambio). Pero hemos descripto en el pasado que las verdaderas razones de la inflación son otras, y si el plan anti-inflacionario simplemente consta de ese único elemento, no será necesario anticipar su fracaso.