BLOG DE LA CONSULTORA

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Informe economico del mes de Julio pasado- Publicación Agosto.

Llegado el mes de agosto y con tan solo cinco meses para cerrar el 2010, la economía Argentina vuelve a dar la nota. En materia de crecimiento supera las proyecciones brindadas por esta consultora y otras a principios del año. En materia inflacionaria, también, y no tanto por las expectativas de diciembre del 2009 sino por la ubicación relativa de la Argentina en comparación al resto del mundo: según datos estimados del FMI, nuestro país es el segundo con mayor inflación en el mundo.

La Figura 1 agrupa diversas tasas de inflación (estimadas para el 2010) para un total de 180 países según estimaciones del Fondo Monetario Internacional. A modo de ilustrar, tómese la primera columna: el número cinco en la parte superior indica que esa es la cantidad de países dentro de la muestra que registran una tasa de inflación menor al cero por ciento, esto es, deflación. Análogamente, la anteúltima columna, indica que existen en el mundo un total de cuarenta y cuatro países que registrarán una tasa de inflación entre el siete y el quince por ciento. Si buscamos un valor promedio para estipular la forma de la distribución de toda la muestra, este se encuentra cercano al cinco por ciento.

¿Y donde se encuentra la Argentina? Con una inflación entre el veinte y el veinticinco por ciento según estimaciones propias, yace cómodamente en el rango top de países con una inflación mayor al quince por ciento. En ese segmento exclusivo, está por debajo de Venezuela (líder absoluto) pero por arriba de Eritrea (un país Africano con un PBI per capita de ochocientos dólares anuales) y Guinea.

Lejos de mencionar a la inflación como un problema grave y recurrente, elemento nada original por estos tiempos, los esbozos de resultados que sugiere la Figura 1 es una anomalía absoluta. La conclusión en este punto es obvia: el posicionamiento relativo de la argentina en relación al mundo, en una variable tan importante como inflación, es alarmante ya que es la democracia con mayor inflación en el mundo.

Pero del otro lado de la moneda, la situación es bien distinta. La figura 2 realiza un ejercicio similar al anterior pero con las tasas estimadas de crecimiento en el producto en términos reales. Una vez más, la muestra que se toma es el mundo utilizando datos para ciento ochenta países. Con un crecimiento estimado entre el seis y el siete por ciento, la Argentina se encuentra en el segundo grupo compartiendo podio con otros diez países y teniendo solo catorce delante.

La tasa promedio del mundo se ubica en valores cercanos al tres por ciento donde las posiciones lideres están encabezas por países emergentes. Nótese también la primera columna: un total de dieciocho países sufrirán contracciones en sus niveles de producto, a pesar de que el 2010 se estima como un año de recuperación para la mayoría de las economías mundiales.

La Argentina de los extremos con su inflación y crecimiento por arriba de la media la convierte en una economía única: a lo largo de la muestra no existe país alguno que presente un crecimiento económico tan elevado con una inflación por arriba del diez por ciento.

Quedará por verse, si en definitiva, dejar que la economía navegue por valores de inflación entre el veinte y el veinticinco por cierto con un dólar quieto tiene implicancias en las bases macroeconómicas a futuro.

El debate entorno al salario mínimo:
Reunido el consejo de salario y aprobado un incremento en el mínimo, rumores surgieron acerca de que la inflación actual y pasada son el leit motiv de la política actual del gobierno de otorgar aumentos salariales con el fin de recomponer la masa salarial. Pero al intentar pensar la economía de esta manera, se esta cometiendo un error grave.

Erróneamente se cree los aumentos salariales del pasado (y actual aumento del salario mínimo), responden a dos fenómenos aislados: que por un lado, apareció la inflación sin entender sus razones de ser y que por el otro, el estado busca proactivamente recomponer la masa salarial a causa de esa misteriosa aparición.

Resulta más bien de manera contraria, que tuvo que ver con los efectos retardados de la maxi-devaluación (2002) y la mini-devaluación (2008-2009) y sus consecuencias en otros mercados, como el de trabajo.

Habiéndose multiplicado el tipo de cambio por cuatro, y una vez que la devaluación impactó sobre el mercado de trabajo, los salarios no crecieron proporcionalmente al incremento del dólar.
Si en un comienzo los efectos de la devaluación no se trasladaron a los salarios, fue gracias al enorme colchón de desempleados remanentes de la convertibilidad que le permitió al empresario local contratar la mano de obra necesaria ante el nuevo estimulo de precios relativos, que observaban favorables a las exportaciones y sustitución de importaciones.

Continuando con el impulso inicial y a medida que la economía empezó a hacer plena utilización de sus capacidades, los salarios elevaron sus tasas de crecimiento en concordancia con la transición hacia el tipo de cambio real de equilibrio. Superado cierto umbral, ingresó en una fase inercial (momento actual) trasladando los aumentos salariales al resto de los precios de la economía.

En palabras más sencillas, ha existido inflación porque hubo aumentos de salarios durante la postdevaluacion y fines del 2006: una mejora notoria de todos los indicadores. Durante ese proceso fue que mejoró notablemente la situación de bienestar de los sectores mas postergados.

El eje central de los párrafos anteriores trata de deslizar ciertos argumentos sobre los procesos devaluatorios. Al igual que en nuestro informe anterior, se trata de entender que los objetivos de tipo de cambio deben acoplarse a las condiciones macroeconómicas de un sistema económico.

Devaluar una moneda X entre un trescientos y un cuatrocientos por ciento, debería presuponer que (para que la devaluación sea expansiva) la economía podrá responder en términos de actividad ante dicho estimulo sin canalizarlo vía precios. De aquí se deriva entonces, que una depreciación exagerada de la moneda puede tener altas probabilidades de crear un régimen alto inflacionario.