BLOG DE LA CONSULTORA

Chi Square

Informe económico del mes de Agosto pasado-Publicación Septiembre.

Los recientes comentarios dentro de la macroeconomía local, ponen de moda la discusión acerca de que el actual proceso inflacionario está centrado en la suba de los precios de los alimentos.

Por un lado, se sostiene que para el 2010 la inflación fuerte estará concentrada en alimentos y bebidas (IPC- A-B). Por el otro, se argumenta que desde el 2007 hasta hoy (momento en el cual el consenso establece que la inflación se dispara) el IPC-A-B ha crecido, de manera notoria y aun más pronunciada, por arriba del índice general de precios. En este informe creemos, que ambas visiones, son por lo menos exageradas y proponemos un esbozo de resultados acorde a presentar un contrapunto utilizando simples datos de conocimiento público.

Con el fin de aumentar la transparencia, considérese datos arrojados por terceros, en este caso www.inflacionverdadera.com. Allí, al día 23 de agosto, la inflación anual para alimentos y bebidas se ubica en treinta por ciento mientras que la canasta básica lo hace en veintinueve por ciento. Esto es, tan solo un punto porcentual superior a los alimentos y bebidas. Si se realizan comparaciones anteriores (julio 2010 versus julio 2009, etc.), se notará que desde marzo del 2010, la brecha entre un rubro y el otro han ido convergiendo aunque la desaceleración en la canasta básica lo viene haciendo a un ritmo mayor.


Figura 1 (Fuente: www.inflacionverdadera.com).

Tal como se observa en la figura 1, el índice de precios de alimentos y bebidas posee un salto pronunciado cercano al seis por ciento en la variación mensual para algún momento del verano del 2010. Al analizar este quiebre, encontramos que se explica en un cincuenta por cierto por el aumento de precios en la carne vacuna, el cual además dejó un arrastre estadístico comenzado el otoño.

Figura 2 (Fuente: Elaboración Chi- Square).

Nótese así mismo la figura 2, calculando ahora ambos índices con datos de Chi Square, donde la desaceleración en el rubro alimentos y bebidas es remarcada. Creemos entonces, que para todo el 2010, la inflación en alimentos y bebidas responde a un salto estacional surgido en los meses de verano y que, si bien su valor es poco deseable, no dista en gran medida del aumento generalizado de precios que vive la economía en su conjunto. En otras palabras, existe un proceso inflacionario elevado que se presenta de manera homogénea en casi todos los bienes de la economía.

Si esto es válido para el 2010 ¿Qué ocurre en relación a los años anteriores? Un ejercicio interesante resulta de analizar la evolución de los alimentos y bebidas en comparación al resto de los bienes desde el 2007 en adelante. De esta manera, quedará claro si el aumento en los precios desde el momento en que Argentina tuvo una inflación superior al diez por ciento, fue alimento intensiva.

Al observar nuevamente la figura 1, el IPC A-B realiza su primer salto a principios del 2008 gracias al conflicto con el campo para luego estabilizarse (al igual que el resto de los precios). Los precios no sufren variaciones sustanciales durante finales del 2008 y mediados del 2009, periodo de incertidumbre global, caída generalizada de los bancos internacionales, descenso en la especulación financiera en las commodity, y caída en las expectativas globales.

De allí y hasta mediados del 2009, la Argentina buscó amortiguar el impacto de los malos augurios internacionales con una devaluación de su moneda, pasando de tener un dólar cercano a los $3.1 a $3.8 para agosto del 2009. La incertidumbre y la contracción de la actividad detuvieron el ascenso en nivel de precios general, que renació inmediatamente en cuanto la economía comenzó su recuperación. A partir de entonces, un nuevo ciclo de ascenso en todos los precios de la economía se consolida, pero por tres razones principales hacen que los alimentos sean los primeros en reaccionar:

1) Siendo los alimentos más sensibles a las variaciones del tipo de cambio, se realiza el traslado de la devaluación del periodo anterior; 2) la recuperación de la economía global y el aumento pronunciado en la demanda agregada por alimentos, que, junto a la devaluación mundial del dólar empujaron los precios hacia arriba; 3) la vuelta de los especuladores con apetito por el riesgo e inversión en commodity, empujando también los precios al alza.

Así las cosas, hasta febrero del 2010 los precios de alimentos versus el resto no presentaron diferencias sustanciales, dejando así el salto en la serie a la ya mencionada contracción en la oferta cárnica.

Nuestras proyecciones indican una desaceleración inflacionaria en la canasta básica ubicándose en un valor cercano al veintitrés por ciento para fines del 2010. Creemos que los alimentos y bebidas irán reaccionando y convergiendo a este valor, aunque aún en el presente no existen disparidades notorias en los valores actuales.

Detrás de eso, debe considerarse la política actual de dólar quieto y no ajuste de tarifas públicas/servicios, que si bien no logra hacer descender la inflación a valores normales (en su comparación internacional) la mantiene en el rango del veinte-veinticinco por ciento.