Informe económico del mes de Diciembre pasado-Publicación Enero.
A finales del 2010, la economía Argentina volvió a romper con todos los pronósticos: mayor inflación y crecimiento de lo esperado. Lo vivido durante el año pasado, libera el camino de ciertas incertidumbres para lo que posiblemente sea el 2011.
Al igual que el verano pasado, el 2011 arrancó con una aceleración en los niveles de inflación llegando a cifras cercanas del orden del 30 por ciento. Esta situación, sumada al congelamiento en el tipo de cambio, puede ocasionar ciertos desequilibrios en la economía, si bien no creemos que sea el caso.
Por un lado, el tipo de cambio funciona como un ancla nominal. Evitando que este fluctúe solamente en relación a las fuerzas del mercado, la fijación en los valores de los pesos necesarios para comprar un dólar, evitan elevar la expectativa de devaluación. Con una expectativa de devaluación baja, existe un argumento menos para fogonear los ya elevados valores de la inflación.
Adicionalmente, no hay voluntad de ajustar los valores de las tarifas y servicios (públicos). Para esto, el ejecutivo cuenta con una amplia batería de subsidios que es sostenida a través de un elevado gasto público. De esta manera se obtienen dos cosas: contener la escalada de precios y evitar una medida anti-popular en pleno año electoral.
Con el tipo de cambio planchado e inflación en ascenso, hemos remarcado aquí que siempre existe la posibilidad del atraso cambiario. El atraso cambiario pone presiones sobre los sectores exportadores, incentiva las importaciones reemplazando producción local por extranjera. Si este fuera el caso, no sólo el empleo y el nivel de actividad se contraen, sino que además se pierde el último superávit obtenido en los últimos años: la balanza comercial.
Pero a diferencia de lo ocurrido durante gran parte de la historia Argentina, la bonanza internacional parece seguir favorable tal como lo ha sido durante todo el 2010, e inclusive mejor. Los precios de las exportaciones Argentinas siguen en ascenso, y por tanto, toda la pérdida de competitividad generada por el tipo de cambio congelado y precios-salarios en ascenso, puede ser compensada con creces. En otras palabras, la recuperación de la demanda global (con China a la cabeza) y la vuelta de los especuladores que generan alzas en los precios de los bienes primarios, logran compensar las deficiencias de la economía argentina.
Si bien esto resuelve en parte la situación de los exportadores, no resuelve la de aquellos sectores que compiten con importaciones baratas.
De aquí se desprende, por tanto, la política del gobierno de bloquear bienes importados con aumentos de tarifas y restricciones a la cantidad que se trae del exterior. Si bien esto no parece ser una política aconsejable, la economía argentina no ha dado señales de verse perjudicada (aún) por las susodichas decisiones.
Así las cosas, creemos que la economía Argentina volverá a gozar de un crecimiento sólido para el 2011, con tasas cercanas al seis por ciento. Sufrirá desde luego, los altos niveles de inflación cercanos (hoy por hoy) al treinta por ciento, pero que curiosamente ha demostrado saber manejar con creces a pesar de ser una economía anómala en comparación a los niveles internacionales.
Paralelamente, creemos que los niveles de consumo se mantendrán en los niveles actuales o subirán. Por un lado, notamos cierta propensión al desahorro por parte de los individuos, combinándose esto con buenas perspectivas a futuro sobre el nivel de ingresos. Finalmente, la existencia de tasas reales de interés negativas demuestra el poco atractivo que tiene para los argentinos el ahorro, ya que si no cambian el dinero por bienes (ni siquiera dólares), este se derrite en sus manos.