BLOG DE LA CONSULTORA

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Informe económico del mes de Febrero pasado-Publicación Marzo.

Hay una proposición lógica dentro el climax macroeconómico Argentino que puede plantearse de la siguiente manera: ¿Cómo se verá afectado el crecimiento económico con una inflación en ascenso y tipo de cambio fijo-o en el mejor de los casos con magras devaluaciones-? ¿Puede resistir la economía Argentina otra ronda de aumentos salariales-según allegados sindicales, del 30%- con un tipo de cambio anclado en los cuatro presos?

La coyuntura presenta dos caras dicotómicas. Desde el punto de vista microeconómico, aquellos sectores más dependientes de las fluctuaciones del dólar abogan por devaluaciones considerables que licuen parte de los aumentos salariales que se traslucen en mayores costos. Es en estos rubros, que al tener el precio atado a lo que ocurra con la moneda verde y el tipo de cambio, no tienen ninguna influencia en la formación de precio y por ende sus rentabilidades dependen de los precios mundiales, del tipo de cambio y de los salarios que pagan en pesos. Estos son los que pierden. En cambio, los más abocados al mercado interno, le empatan a la inflación trasladando los aumentos en los salarios-costos hacia los precios, convalidando los actuales niveles de inflación.

Sin embargo, desde el plano macroeconómico, la respuesta natural ante las historias de sectores asfixiados y empatados, podría ser una devaluación en el tipo de cambio que otorgue mayores precios y por ende mayores rentabilidades. Considerando las condiciones de la macroeconomía local, esto no es una opción debido a que devaluaciones que se intenten de aquí en más irán a parar a los precios. En otras palabras, manipular el tipo de cambio en estas condiciones no es una opción porque lo único que ocurrirá será solo mayores precios y no más actividad.

En este sentido, aquí se vislumbra el entendimiento de la situación donde el Ejecutivo se muestra reacio a depreciaciones nominales ante pedidos de grupos de interés, como es la Unión Industrial Argentina, debido a que encarecer al dólar en términos del peso solo servirá para agregarle puntos a la inflación actual. Querer hacer caer el salario real con devaluaciones es irrisorio, desde el momento en que precios, salarios y variaciones en el dólar se mueven en una estricta relación lineal uno a uno.

Los sectores más proclives a las devaluaciones (exportadores y sustitutos de importaciones) deberán entonces apostar porque los precios internacionales se mantengan elevados. En el caso de los exportadores, nos referimos a los precios de los productos primarios y manufacturas de origen agropecuario al igual que los precios de la energía. Mientras que para los sustitutos de importaciones, cuanto más alto sea el precio del bien que se planea importar (más caro resulta el bien en el extranjero) mayores incentivos existirán a producirlo localmente.

Posiblemente, la última ronda de negociaciones salariales sea la versión final que el modelo con tipo de cambio a cuatro pesos por dólar pueda soportar, a sabiendas que, la devaluación no es un camino. Será entonces que inevitablemente, aquellos sectores más dependientes del sector externo sufrirán para algún momento del 2011, principios del 2012, una contracción propia de costos en ascenso e ingresos congelados. Insistimos entonces que si la devaluación no es un camino, su suerte dependerá de la bonanza internacional y su correlato sobre los precios mundiales.